EL DIOS Y LA DIOSA
El Dios y la Diosa son los aspectos divinos de
los principios masculino y femenino, escénica de toda vida. En la antigüedad
las personas vivían en más estrecho contacto con la naturaleza
y, de forma instintiva, relacionaban a sus dioses con los elementos de la
naturaleza.
En
muchas culturas los símbolos de la Diosa eran la tierra y
la luna, en tanto que los de su consorte eran el cielo y el sol. Ella es el
misterio oculto; él es la energía
desatada. Cuando ambos se encuentran tiene lugar la creación. Como la Diosa es
la personificación de la tierra, se la hace equivaler a la madre, que nos
alimenta y provee para nuestras necesidades.
Las
civilizaciones antiguas construyeron templos y santuarios como tributo a su
poder y a su fuerza; se celebraban grandes festividades en su honor. Ella era
el objeto ultimo de toda la adoración religiosa en el mundo antiguo, ya que sin
la protección de la prodiga y divina madre, el hambre asolaría
la tierra. Como gran proveedora que era, estaba intrínsecamente
vinculada con el destino de la humanidad.
Participar
en un acto que apaciguaba y complacía tanto a los seres mortales e
inmortales era considerado como la más excelsa forma de devoción.
Como
el mundo contemporáneo parece aquejado de problemas insuperables, las personas
comienzan a poner sus ojos en la antigua mitología de la Diosa para encontrar
sus propias soluciones. Por esta razón, hemos de permitir vivir de nuevo
a la Diosa; la hemos de incorporar de nuevo a nuestras vidas porque necesitamos
sentir nuestro orgullo interior.
La
Diosa es la inspiración divina de la humanidad. No es solo
la reina de los cielos y de la tierra, es además Diosa del amor sexual. A través de
la unión con ella la humanidad puede retornar a su suprema gloria espiritual.
No obstante si se quieren alcanzar sus aspectos más fructíferos la unión ha de
ser un acto de profunda y desesperada devoción.
Según
los textos y escrituras antiguos, los humanos estamos hechos a imagen de Dios.
Esto significa que todas las mujeres en la faz de la tierra encarnan el
principio femenino, y que todos los hombres personifican el principio
masculino.
Es
hora ya de que mutuamente se reconozcan su merito y potencial. Ello no se puede
conseguir con un espíritu de competición
y rivalidad. Requiere, por el contrario, un mutuo respeto fundamentado en la
necesidad natural que los unos tenemos de los otros, una necesidad que solo
un ser opuesto puede satisfacer.
"El Poder y los Rituales de la Brujería
Positiva"
Susan Bowe
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